sábado, 4 de noviembre de 2017

Drácula-Bram Stocker


*Esta reseña se publicó en el sitio Mi Nueva Edad:

https://www.minuevaedad.com/actualidad/2017/11/1/el-libro-del-mes-dracula/

Título: Drácula
Autor: Bram Stocker
Editorial: Cátedra
Número de páginas: 592
Año: 2005
El vampiro y los clásicos de la gran literatura

Si algo bueno tienen estas fechas que nos traen la fiesta importada de Halloween, es la oportunidad de recuperar durante unos días la buena literatura de horror, que también la hay, y mucha. Entre los libros de terror, quizás uno de los más famosos, aunque desfigurado por numerosas adaptaciones cinematográficas —alguna de ellas bien poco afortunada—, es Drácula, del escritor irlandés Bram Stocker.
Esta cumbre de la novela de terror fue publicada en 1897, y es producto de un triple aspecto que determina su gestación. El autor había oído hablar de, al menos, dos leyendas con tintes veraces que le resultaron cruciales. La primera, la repugnante historia de la condesa húngara Erzsébet Báthory, que se bañaba en sangre de doncellas para preservar su juventud. Esta mujer, conocida como la Condesa Sangrienta, terminó emparedada por varios años en una torre de su castillo, donde finalmente falleció.
La segunda leyenda, con ribetes históricos, es la de Vlad III, príncipe de Valaquia, más conocido como Vlad el Empalador y perteneciente a la orden del Dragón (Dracul en rumano). Este príncipe pasó a la posteridad por su extrema crueldad, por su afición a empalar a los enemigos, por mantener con mano de hierro la ley y el orden en su voivodato, y por combatir con fiereza a los turcos.
Una copiosa cena a base de cangrejos le provocó una indigestión al escritor Bram Stocker, que pasó una mala noche asaltada por pesadillas en donde se le aparecían vampiros, y que actuó de aglutinante de ambas historias. Estos elementos dieron lugar al clásico Drácula, cuya deliciosa estructura epistolar y su afán documental ponen en pie una de las ficciones góticas de mayor calidad dentro de la literatura de terror.
Lo primero que el lector descubre al adentrarse en la lectura de este clásico —en efecto, nos encontramos ante un clásico como lo son Cervantes o Shakespeare, y esto es algo que debe reconocerse sin complejos; no en vano recomiendo aquí la edición de una editorial versada en grandes clásicos como Cátedra— es una sorprendente construcción en forma de collage, dado que la narración se conforma de diferentes documentos que van montando la historia: diarios, cartas, noticias…, para completar un cuadro literario riquísimo.
En segundo lugar, nos vamos alejando de los estereotipos cinematográficos a medida que vamos leyendo esta obra maestra, y descubrimos y disfrutamos del Drácula y de la historia original, en una especie de arqueología literaria, que nos reconcilia con el vampiro y con los orígenes del verdadero género de terror. Como ejemplo, el doctor Van Helsing que aparece en el texto de Stocker, nada tiene que ver con la mamarrachada cinematográfica.

Por tanto, y por todo esto, la novela de Drácula es un texto imprescindible de la novela de terror, y un documento de primerísima magnitud si queremos llegar a entender los motivos por los cuales la iconografía del vampiro nos ha venido aterrando desde hace siglos, hasta alcanzar los niveles legendarios que posee en nuestros días. Pero, por encima de todo, si leemos Drácula, disfrutaremos de un encuentro con la verdadera literatura; esa que perdura, que nos deja huella, y que nos reconcilia con nuestros pavores más primitivos.

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